Al sudoeste de Turquía, cogiendo un taxi desde Denizli se llega a Pamukkale, que en turco significa castillo de algodón.
Los movimientos tectónicos provocaron la aparición de fuentes termales en la zona, sus aguas contienen muchos elementos radioactivos además de bicarbonato y calcio dando este color blanco al terreno. Algunas fuentes se han ido secando y se han generado otras nuevas que pasan por encima del terreno seco, esto produce la sensación de estar frente a unas cataratas congeladas.
Pamukkale estuvo muy descuidado durante años y sus aguas se utilizaron para llenar piscinas de hoteles, las termas se secaron.
Con el tiempo han ido arreglando el terreno y entre otras cosas se han construido piscinas artificiales que no son tan bonitas pero siguen siendo, según ellos, curativas.
Los griegos atribuyeron a estas aguas propiedades terapéuticas otorgadas por sus dioses.
Asclepio (semidios de la medicina), Hyegieia (diosa de la salud, la higiene y la salvación) Apolo (dios de la medicina y la curación) y por supuesto la creta y el agua sanaron todos mis males.
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