El reino de los Narakas


Para los budistas el cielo no es un lugar al que ir después de la muerte, es un estado que se alcanza en vida, es el cese del sufrimiento, es el "Nirvana".


El Nirvana es la desconexión de la mente y la llegada a un estado de paz y quietud, un estado de no-retorno.
Dicen que cuando llegas a este estado sientes como un despertar y esta sensación la simbolizan con el florecimiento del loto.


Los monjes se reunen para meditar, no creen en las plegarias, sino en la importancia del autoesfuerzo.


Una de las prácticas habituales que realizan para purificar el mal karma y para acumular sabiduría (buen karma) es girar la rueda de plegarias.



El método consiste en girar la rueda en el sentido de las agujas del reloj, que es la dirección en la que están escritos los mantras y la misma que hace el sol al cruzar el cielo. 



Y aunque el infierno puedes tenerlo en vida, también creen en el infierno después de la muerte, pero solo como escenario transitorio en el ciclo de reencarnaciones. 
Su punto de partida es el río Sanzu que es el que marca la frontera entre la vida y la muerte en el reino de los Narakas (infierno budista),


Mientras el budista está en el infierno se enfrenta a sus propios temores y esta tortura se repetirá en bucle hasta que deje de quejarse del sufrimiento, de manera que es su propio juez y su propio verdugo.
Cuando deja de sufrir puede reencarnarse, pero mientras se reencarna estos son algunos de los males que pueden sufrir.







La ventaja de este infierno es que es efímero, ellos creen en  la no eternidad del sufrimiento.

Yo que no quería caer en sus redes terminé mareada en la rueda y dejé mi karma muy limpito.